domingo, 9 de octubre de 2011

5 meses después.

16.15 horas. Silencio absoluto en mi casa. Leo ha tenido una noche movida y ha decidido acostarse son el Sr. Primperam y la Sra. Buscapina. Por mi parte tomo café en el sofá, mientra decido retomar mi vida bloguera. No sé cuanto tiempo durará, soy de cansarme de las cosas así, de un momento para otro, pero de vez en cuando, hay días, como hoy, en los que me apetece teclear.

Demasiados sentimientos nuevos últimamente. Bonitos todos, menos algún que otro triste, no todo son ganacias,siempre hay pérdidas. A grandes rasgos, no me puedo quejar. Oigo el sonido del ascensor y a los niños de mi vecino de al lado correr por el pasillo. Por un momento pienso en mi hace 25 años. En lo tímida que era, en lo introvertida, lo reservada, las veces que pensaba las cosas antes de hacerlas siendo una simple niña. Lo mal que lo pasé, lo mucho que me costó. Pienso en las tardes de frío de Madrid y las echo de menos al mirar por la ventana de mi casa levantina, donde el Otoño, ya no existe. Pienso en mi futuro/a sobrino/a. Faltan todavía muchos meses para que venga, 6 para ser exactos, y yo cuento los días como si fuera a recibir a la persona más importante de mi vida. Pienso en mi y miro mi gran salón, vacío, en silencio y, por primera vez, me pregunto si quiero que siempre esté así, carente de la vitalidad infantil y ausente de alguien que me profese un amor tan incondicional como el que yo tengo por mi madre, después de todo lo vivido. Pienso en ella también,en la última conversación que hemos mantenido hace tan sólo unos minuto,en las cosas que ha dicho, y en las que no dice, porque en el fondo,somos iguales. Pienso en los que ya no están y me pregunto donde han ido. Sobre todo en él, si estará bien allí y si me recuerda como yo le recuerdo, todos los días. Lloro, por primera vez en mucho tiempo, tanto que creo que mis ojos no pueden soportar las lágrimas. Lloro por lo que me pierdo y lo que se pierde, por haberme convertido en una autómata que trabaja en algo que ni siquiera me llena y que ha perdido todo el interés para mi, y vuelvo a pensar en mi hace 25 años, en lo que era y en lo que me he convertido, en lo malo y lo bueno que he vivido, y decido que el porcentaje se reparte mal, por el momento, asi que, vuelvo a pensar, para encontrar soluciones que hagan que la balanza se equilibre hacia lo positivo. Recuerdo retales de la última noche vivida. De como los yonkis te piden dinero mientras tu haces botellón y de como te miran el vaso, deseando beberse uno e, importandoles una puta mierda el dinero que puedas darles. Recuerdo a Leo dandole un euro a uno de ellos y sonriendome al hacerlo. Es la mirada de la complicidad, la mirada de quien sabe por lo que has pasado, aquel que sabe lo que se te pasa por la cabeza ante esas situaciones. Y vuelvo a recordar aquel día en el metro hace muchos, muchos años.

Terminó el café, con el convencimiento de que esta noche no podré dormir, no tanto por el líquido negro, sino por mi solitaria cabeza, que hoy se ha levantado de aquella manera.

2 comentarios:

  1. Ojalá vuelvas a escribir pronto, me gusta leerte.

    Un saludo

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  2. Vaya, Blogger no me avisó de tu actualización, acabo de verla por casualidad. Bueno, no creo en las casualidades, más bien la he visto por causalidad ;)

    Me sucede lo mismo, últimamente también pienso en mi infancia, también sopeso, también divago... Será la edad ;)

    La verdad es que crecer, aprender, madurar... es un proceso tan complicado y natural a la vez que a veces da vértigo ver que todos pasamos por ello, que no se detiene aunque corras exhausta detrás intentando seguir el ritmo. Y tal vez esas tardes de café y sofá quieren decir que ya no corres sin aliento, sino que caminas a su paso...

    En fin, que yo sí que divago. Me alegra volver a leerte :)

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